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Caminando juntos: el consuelo y la compasión de un equipo de cuidados de un centro de atención para pacientes terminales​​​​​​​

Tres mujeres caminando por un campo en un día soleado

"No quería terminar mi vida sufriendo así", dice Toni, una paciente con cáncer de riñón en fase terminal. Tras el diagnóstico, siguió tratamientos convencionales, incluida la radioterapia. Sin embargo, el cáncer seguía reapareciendo, cada vez con más fuerza, y el dolor se volvió insoportable. Toni ya no podía sentarse ni caminar y se la pasaba entrando y saliendo del hospital. Su médico le dijo que no había nada más que pudieran hacer.

Toni, una mujer inteligente y sumamente independiente, se enfrentaba ahora a una pregunta abrumadora a la que no sabía cómo responder: "¿Quién cuidará de mí?". Vivía sola, sin familia ni sistema de asistencia en el que apoyarse, pero no quería pasar el resto de su vida sin compañía y sufriendo. En un momento de incertidumbre, un amigo le sugirió que se comunicara con Hospice of the Northwest. Fue entonces cuando Toni hizo una llamada que cambió su vida.

"La mujer que atendió la llamada fue muy amable, me resultó muy fácil hablar con ella", recuerda Toni. Desde el principio, su experiencia en el centro de atención para pacientes terminales fue reconfortante y estuvo llena de compasión. "Es muy diferente a la medicina tradicional", dice Toni. En lugar de tratar el cáncer, el centro de atención para pacientes terminales la trató de forma integral, ya que se centró en su estado físico 
, pero también en su bienestar emocional, social y espiritual. 

A cada paciente de un centro de atención para pacientes terminales se le asigna un equipo de atención especializada que incluye un médico, un enfermero, un trabajador social y un consejero espiritual. Juntos crean un plan de cuidados personalizado y adaptado a las necesidades y objetivos específicos del paciente. Para Toni, el alivio del dolor y la claridad mental eran lo más importante. Quería permanecer plenamente presente mientras se acercaba el final de su vida. 

Para ayudarla a conseguirlo, se incorporaron tres nuevos miembros al equipo de cuidados de Toni: un masajista para aliviar el dolor y la hinchazón de sus piernas, una auxiliar de cuidados paliativos para ayudarla con sus cuidados personales y una voluntaria que visitaba a Toni cada semana para conversar y acompañarla.

Los temores iniciales de Toni a quedarse sola desaparecieron rápidamente. "Recibo toda la atención. "Tengo todo un equipo de personas que me apoyan," agrega Toni con gratitud.

El enfoque holístico del equipo de cuidados del centro de atención para pacientes terminales marcó una notable diferencia en la vida de Toni. Su dolor remitió y ahora podía sentarse y caminar cómodamente. Incluso volvió a hacer cosas que le gustaban, como jardinería, asistir a las reuniones auxiliares del cuerpo de bomberos y recibir visitas de amigos. También celebró su 80.º cumpleaños, un hito que no esperaba alcanzar.

Mientras reflexiona sobre su experiencia con los cuidados paliativos, Toni sonríe y dice: "Tengo una vida muy buena. Nada de esto sería posible sin Hospice of the Northwest".

La historia de Toni destaca el poder transformador de los cuidados en un centro de atención para pacientes terminales. Con el apoyo compasivo de su equipo de cuidados, la calidad de vida de Toni mejoró notablemente. Para ella, los miembros de su equipo de cuidados no eran solo profesionales que prestaban asistencia al final de la vida. "Siento que son amigos. Son familia", explica Toni. "Han sido un verdadero regalo". 

Si tiene alguna pregunta o desea más información sobre cómo un centro de atención para pacientes terminales puede ayudarlo a usted o a un ser querido, visite 
www.HospiceNW.org o llame al 360-814-5550.