Rodeada de apoyo

La historia de Sandy sobre el cáncer y los cuidados


"Los perros tienen un sentido especial, saben cuando las personas necesitan apoyo", contó Sandy Mersereau, residente desde hace mucho tiempo de Samish Island, WA. A Sandy le diagnosticaron cáncer en primavera de 2017 y el perro de su vecino, Rascal, fue un compañero dedicado durante toda su experiencia.

"Rascal solía venir y correr alrededor de nuestro estanque, pero no se acercaba a la casa", explicó. "Cuando me enfermé, empezó a venir todos los días. Venía hasta la entrada y se sentaba a mi lado, ponía su cabeza en mi falda para que yo lo acariciara. Me hacía compañía, era muy relajante".


 

Luego de su diagnóstico, Sandy contó que notó una falta de energía. Se esforzaba por asistir a sus clases de gimnasia semanales y seguir con su vida activa, ya que es abuela de unos niños inquietos. Sandy encontró un bulto que esperaba que fuera una hernia. Sin embargo, su cirujano confirmó sus miedos: era cáncer.

Tras haber vivido en la zona durante más de 30 años, Sandy contaba con el apoyo de su esposo, Bill, su familia y Rascal. Quería mantenerse cerca de su comunidad y tener algo de independencia. Para ella, la independencia significaba poder conducir desde y hacia los tratamientos. Por eso, Sandy eligió Skagit Regional Health. Sandy con su perro

"Me sentí empoderada por tener el control de esta parte de mi experiencia", confesó. "Hay que hacer lo que sea necesario. Poder hacer las cosas por mis propios medios se sintió bien". 

La tranquilidad que tenía en casa con Rascal se reflejó en su experiencia en el Skagit Regional Health Cancer Care, ubicado en Mount Vernon. Sandy acudió a Kiarash Kojouri, MD, un oncólogo del centro, para que la atendiera. Conoció al Dr. Kojouri durante los tratamientos del cáncer de su padre. Le gustaba su compasión, amabilidad y la comodidad de tenerlo a menos de 30 minutos de distancia de su casa.

"Él realmente me escuchaba", dijo Sandy. "Sentí que podía tomar mis propias decisiones en cuanto a mis cuidados".
 
El primer día de sus tratamientos con radiación, Sandy conoció a Mandy, una enfermera del centro. "Tenía mucho miedo de estar allí", confiesa. "Ella [Mandy] era tan amable y amigable que me hizo sentir cómoda, me quitó el miedo. Fue muy especial".
 
Sandy sonriéndole a su perroSandy se sometió a seis semanas de radioterapia en el transcurso de siete semanas: 30 fracciones [tratamientos] en total. Su sistema inmunitario se debilitó, comprometiendo la fuerza que antes tenía para visitar a sus nietos. La nueva rutina de Rascal ocupó el tiempo que ella no podía estar con el resto de su familia. 
 
Todos los días a las cuatro de la tarde Rascal visitaba a Sandy, esperándola en la puerta o mirando a través de la ventana cuando ella no estaba afuera. Sandy apodó a Rascal su "perro de terapia".
 
"Estoy absolutamente segura de que él sabía", reconoció. "Ahora que ya no estoy enferma, él [Rascal] ya no viene tan a menudo".
 
​​​​​​​Sus visitas al Centro de Cuidados Oncológicos también son menos frecuentes ahora, pero sus proveedores y el personal todavía la reconocen y le preguntan cómo se encuentra. Sandy aún siente la misma calidez que sintió el primer día que llegó al centro. 
 
"Tienen un don para conectar con los pacientes y hacerlos sentir importantes. "Realmente se convierten en familia", afirmó. "A pesar de lo difícil que pueden ser algunos momentos de la experiencia con el cáncer, pude superarlo y he recuperado mi fuerza y mi vida, y es algo que agradezco todos los días".