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La historia de Steve sobre cáncer y cuidados


Steve de pieCuando la comunidad de Skagit Valley tiene problemas, Steven Wade está para ayudar. Wade es subcomisario del condado de Skagit, en Mount Vernon, desde hace 12 años. En 2011, después de desarrollar un tumor facial maligno (melanoma), pasó a ser quien necesitaba el apoyo de su comunidad. Hasta los héroes necesitan tiempo para sanar.

El primer diagnóstico de Wade fue el 29 de noviembre de 2011. El tumor estaba ubicado en el labio inferior y el mentón, y se detectó luego de que su médico local llevara a cabo una biopsia y lo derivara de inmediato para una cirugía en el Cancer Care Institute en Virginia Mason, Seattle. Como los límites del cáncer aun no quedaban claros luego de la cirugía, Wade tuvo que someterse a un tratamiento de radiación concentrada y quimioterapia. Después de pasar un año en Seattle para recibir tratamientos diarios y luego semanales, su cirujano le recomendó el Centro de Cuidados Oncológicos de Skagit Regional Health para su seguimiento.

El 28 de marzo de 2017, Wade recibió la noticia de que ya no tenía cáncer. Sin embargo, el camino de su recuperación estuvo signado por varios obstáculos. Hoy Wade tiene 58 años y está en mejor estado físico que la mayoría de la gente que tiene la mitad de sus años, y su amor y dedicación por su salud se hizo cada vez más fuerte en el proceso.

Antes de convertirse en subcomisario, Wade trabajó 26 años en la industria de la madera. Antes de su diagnóstico de cáncer, el trabajo de medio tiempo de Wade era entrenar para triatlones y competir en el circuito.

"Pasaba entre 10 y 20 horas a la semana entrenando, y luego corriendo por todo el mundo", dice Wade.

Después del cáncer reanudó su rigurosa rutina atlética, aunque no con tanta exigencia. "Además tengo seis años más, y muchos de mis amigos me dicen que me hubiera hecho más lento de cualquier forma, incluso sin haber tenido cáncer", dice.

Wade estaba decidido a mantener su estado físico tanto como fuera posible mientras atravesaba los 15 meses que duró su tratamiento. "Mis médicos han dicho que mi éxito pudo haber tenido relación con mi buen estado físico antes del cáncer", dice.

Steve corriendoNadar, pedalear, correr, repetir. Wade entrena de una a tres horas al día en las actividades que pudieron haber tenido que ver en su prolongada resistencia, que le permitió sobrevivir. Cuando no se somete a los rigores de su trabajo como subcomisario, alterna su rutina de ejercicios con senderismo y levantamiento de pesas. "Eso no significa que ahora no me regale una siesta en medio de mi día", destacó.

Durante sus tratamientos contra el cáncer, Wade solo estuvo ausente de su trabajo durante cinco meses y pudo tolerar bien sus medicamentos, especialmente a principio. "Con la mayoría de los tratamientos para el cáncer, los medicamentos se van poniendo cada vez más difíciles de tolerar", recuerda.

La sensación de incredulidad después del diagnóstico tomó la forma de un apoyo amoroso. "Mi esposa fue una fuerza inquebrantable a la hora de mantener la actitud de hacer lo de siempre, porque íbamos a superar esto, porque solo era una piedra en el camino", dice.

Para poder llegar a la meta, Wade iba a necesitar un equipo de apoyo externo. Tener que quedarse en casa durante los últimos cinco meses del tratamiento supuso un reto tanto físico como mental para Wade. Con un sistema inmunitario debilitado, su única alternativa era limitar su exposición a enfermedades y para eso debía permanecer adentro. Un amigo le prestó una cinta caminadora y caminar se convirtió en la actividad que hacía. Otros familiares colaboraron llevándolo a sus citas y en lo que pudieran en su misión de sanación. "Al principio fue duro", dice. "Pero no diría que fue más duro que el final".

Los medicamentos de inmunoterapia disponibles en aquel momento, que eran los que le aportaban una oportunidad más de sobrevida a Wade con su afección, tuvieron un efecto secundario imprevisto. Un día, mientras pedaleaba por una calle del condado a unas 15-20 mph, tuvo un síncope, se desmayó. Como consecuencia, sufrió una concusión que le duró unas semanas, un hombro y clavícula dislocados, además de la gran cantidad de raspones. Curarse de estas heridas mientras además seguía tolerando inyecciones tres veces a la semana que le producían síntomas parecidos a los de una gripe fue más de lo que se le puede pedir a cualquiera que soporte.

"Tuve que bajar la actividad. Toda mi energía era para combatir el cáncer y ejercité muy poco durante esos últimos cinco meses", recuerda Wade.

Steve mirandoRecuperarse de sus lesiones y al mismo tiempo mantener algo parecido a un ritmo de actividad fue fundamental para la salud tanto psicológica como física de Wade. "Una de las cosas que evitan que las personas sean susceptibles a la depresión es el ejercicio físico", dice. "Consideraba que era muy importante, y el Dr. (George) Gjerset también, que intentara mantener algo de mi estado físico durante el tratamiento, para tratar de evitar el efecto secundario de la depresión, o al menos reducirlo tanto como fuera posible".

El oncólogo George Gjerset, MD, del Skagit Regional Health Cancer Care Center de Mount Vernon siempre destacó el optimismo de Wade. Después de seis años trabajando juntos, se forjó una relación de respeto mutuo. El Dr. Gjerset pudo darse cuenta de lo que atraía a Wade y se convirtió en "entrenador" que le presentaba los tratamiento de manera de aprovechar el lado competitivo de Wade para que los superara y ganara. Por otro lado, Wade también tenía algo que enseñarle al Dr. Gjerset. "Me ve como un modelo a seguir (aunque es mayor que yo)", dice Wade.

Wade cuenta que el Dr. Gjerset se sintió inspirado para incorporar algunos de los hábitos dietarios y de ejercicio del atleta, mientras que Wade aprecia la forma de comunicación de su proveedor. "Que haya podido hablar conmigo en un idioma con el que me identifico, eso fue muy bueno para mí", dice Wade. Por su parte, según Wade el Dr. Gjerset se sintió impresionado con la rara capacidad de Wade de controlar otras complicaciones y malestares sin tomar ningún otro medicamento.

Para Wade, entender su afección a lo largo de los años fue más fácil gracias a la ayuda del Dr. Gjerset. "Es un hombre de números, como yo", dice Wade. "Cuando voy al consultorio, siempre me voy con un papel". Por lo general son mis valores sanguíneos y sé qué significan los números en ese papel. Así es él".

El Dr. Gjerset y Wade forjaron un vínculo a lo largo del trayecto de gráficos y cuadros de Wade y las metas atléticas que los llevarían a ambos a una mayor sensación de salud, todo mientras influían de manera positiva en la vida del otro. Hay muchos tipos de héroes. Los que nos dan la fuerza para superar el próximo obstáculo son los mejores para tener cerca en la línea de meta.