Una comunidad dedicada al cuidado
La historia de Beth
Elizabeth "Beth" Olmsted era una madre experimentada de tres cuando ella y su prometido, Chris Eddy, descubrieron que tendrían su primer hijo juntos. Como habían crecido en Arlington, para la pareja era importante que su bebé naciera en la comunidad de la que ambos provenían. Dijeron que se sentían apoyados a medida que descubrían un profundo sentido de comunidad en la atención del personal de Cascade Valley Hospital.
Pertenecer a una comunidad con lazos tan estrechos moldea nuestra identidad y en definitiva influye en nuestro carácter. "No solo se trata de recibir atención de calidad, sino también de recibirla en el lugar donde uno vive", dijo Olmsted. "Creo que recurrir a esos médicos y personal se parece bastante como concepto a hacer las compras a comerciantes locales, de alguna forma. Es apoyar a las personas que practican la medicina en nuestra comunidad, y creo que es muy importante".
Varios de sus amigos les sugirieron que fueran hacia el sur, a Everett, para que el bebé naciera en el Pabellón de Mujeres y Niños, o en un centro médico de Seattle. Para Olmsted, lo importante era redescubrir una comunidad que estaba justo al salir de su casa y encontrar la atención integral que necesitaba para su camino de maternidad. El personal y los proveedores de Cascade Valley Hospital pudieron aplicar una combinación de humor desopilante y un ambiente de diversión para acallar sus temores, dijo, y destacó su capacitad de mantener una conexión genuina y un sentido de familiaridad que daba seguridad constante. "Quiero decir, una no vuelve al consultorio del médico para visitar a las chicas [que trabajan allí] y llevarles café y contarles sobre cómo va creciendo KatieJo si no siente que son como familia", dijo Olmsted.
Pasar todos los días con el auto por el hospital y decirle a su hija "oye, allí es donde naciste", fue un factor importante que dio forma a la historia singular de su nacimiento, dijo. Vivir a una corta distancia a pie de Cascade Valley Hospital supuso elegir un lugar que era conveniente y reconfortante a la vez. Olmsted destacó: "es nuestro hogar. Quiero decir, mi hermano nació allí y el médico que atendió su parto sigue trabajando ahí. Tengo 37 años, crecí aquí y la escuela a la que asistí cuando era una niña está a unas cuadras del hospital".
No hay nada como sentirse reconfortado con lo familiar cuando viene un cambio importante en la vida. Aunque la pareja había hablado de tener un hijo juntos, la noticia de la llegada de KatieJo igual fue una sorpresa. "Como era una madre más grande y mi embarazo era de alto riesgo, tenía muchas preguntas. Y era el primer bebé de Eddy", compartió Olmsted. Ser madre añosa era preocupante para Olmsted quien, a diferencia de sus otras experiencias prenatales, atravesó estados emocionales intensos a lo largo de su cuarto embarazo.
Tener un hijo a esta edad tiene sus beneficios y sus retos, expresó. A los 35, a Olmested le preocupaba su salud y la de su bebé. Al principio del embarazo decidió someterse a análisis de sangre preliminares, como parte de las pruebas genéticas. Las pruebas aportaría tranquilidad a la pareja y les aportaría información acerca de cualquier anomalía genética que se detectara. Depositaron su fe en sus proveedores para aliviar su preocupación y para que los orientaran a lo largo del camino. También vivieron con entusiasmo poder conocer el sexo de su bebé bastante antes que muchos padres.
Después de recibir una llamada que muy esperada del hospital en el trabajo, Eddy supo exactamente cómo darle la noticia a Olmsted. Ambos habían acordado con anticipación que él se enteraría del sexo del bebé antes y que le diría en persona a Olmsted. Después de hacer unas compras, se dirigió a su casa y le entregó una pequeña caja. Dentro había dos aretes con pequeños diamantes. Su pequeña niña estaba en camino y ya había comenzado su aventura juntos como padres. Con la calidad de la atención que recibieron al principio, su camino hacia el trabajo de parto y el parto fue mucho más sencillo de lo que esperaban.
La médica de Olmsted calmaba su ansiedad y respondía todas sus dudas, y además mantenía una relación estrecha con los otros integrantes del personal del departamento de Salud de la Mujer. "No éramos solo un número al llegar, nos sentábamos en la sala de espera y podíamos ver las interacciones con todas las pacientes que llegaban, y era igual con todas, realmente acogedor", recuerda Olmsted.
A medida que pasaban sus consultas, la asistente médica Trisha Barnett se convirtió en un pilar familiar. En la recepción, Kim Dietz también era una presencia importante que Olmsted y Eddy agradecían. "La primera vez que ingresamos, fue Kim la que nos recibió en la recepción, y fue muy cálida, acogedora y amable", dijo Olmsted.
Cuando los integrantes del equipo médico se convirtieron en amigos de confianza, Olmsted y Eddy supieron que habían forjado una relación especial que sobrepasaba por mucho una relación "esterilizada" o estrictamente profesional. "Trato de no involucrarme demasiado con las pacientes, pero especialmente las pacientes embarazadas son algo diferentes. Una pasa con ellas nueve meses y las acompaña en una de las transiciones más importantes de sus vidas, entonces las va conociendo muy bien, a ellas y a sus familias", explicó Barchenger.
La pareja se apoyaba en la personalidad calma de Barchenger y agradecía la forma personalizada en la que los trataba. "Siempre se mostraba muy interesada en cómo estábamos, hablaba de nuestros hijos, nuestras familias, realmente pudimos conocerla a un nivel personal, no era estrictamente profesional", recalcó Olmsted.
Su experiencia médica personalizada fue un componente esencial de la atención obstétrica general de Olmsted. El ofrecimiento de incluir a Barchenge en el parto fue una forma de celebrar el lazo estrecho. "Trisha no era enfermera, pero quería a alguien a mi lado que hubiera estado conmigo en todo el camino, que me hubiera visto con mis mejores y peores días, así que la invitamos a acompañarnos cuando nació KatieJo y fue realmente especial", recordó Olmsted. Barchenger se sintió igual de conmovida por la experiencia. "Cuando me pidieron que estuviera presente como amiga, fue el mejor cumplido que pudieron hacerme", dijo Barchenger.
Barchenger estuvo allí antes, durante y después del parto y tomó fotos para la familia, e incluso llevó a su propia hija a visitar a la integrante más reciente de su comunidad, una familia ampliada por elección, y una hecha posible gracias a que los proveedores de atención médica se sentían como familia. "Vivir algo tan estrechamente con una paciente... es indescriptible y todavía me hace llorar porque fue tan especial", recuerda.
El apoyo sobrecogedor que recibieron Olmsted y Eddy los acercó incluso más a los miembros de su comunidad local. "Creo que las personas tienen esta idea preconcebida de que solo porque se trata de Cascade Valley Hospital y Arlington, no hay buena atención médica en una comunidad pequeña. Para mí es exactamente lo contrario, es precisamente la razón por la que acudí allí, porque es una pequeña comunidad. Es como un diamante en bruto", sostuvo Olmsted. Continuó: "KatieJo es mi cuarta hija, así que sentía que tenía una noción bastante correcta de cuál era el [cuidado] estándar, y qué atención estaba por encima del estándar, y creo que definitivamente lo excedieron".
Puede recibir la mejor atención médica cerca de su casa y, afortunadamente para Beth Olmsted y Chriss Eddy, Skagit Regional Health queda a solo una cuadra, en el mismo lugar en el que criarán a su hija para que tenga un vínculo estrecho con su comunidad.